miércoles, 10 de junio de 2009
Instrucciones para llorar, Julio Cortázar
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza.(...) Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca (...)
martes, 9 de junio de 2009
Hoy nuevamente, vuelvo a sentir la misma mierda de siempre. Nunca nadie me va a empezar a entender. Porque pueden entenderme a grandes rasgos, pero si la base no está, muchas de mis acciones son un gran desequilibrio emocional, bueno de hecho lo son. Me chupa bien un huevo si no se entiende lo que escribo, porque como tampoco me gusta como escribo, voy a conformarme (una vez más) con intentar sacarme este fantasma que me persigue a todos lados, invisible, invencible.
Quisiera que este texto lo leyeron muchas personas, no sé si muchas, pero algunas en especial, no esperaría que su respuesta solo fuesen preguntas o abrazos, solo quisieran que se interesaran en leerlo y pensar en silencio. A su vez, quisiera que no lo viese nadie.
Llevo años intentando lidiar con esto. Me odio y cada acto quisiera transformarlo en una acción mejor realizada (por ejemplo ahora este texto al que no puedo dejar de probar perfeccionar). Esto se puede entender a simple vista: soy una desequilibrada, sensible del orto. Ustedes me dan la razón cuando decimos lo mucho que me desvivo por los que más quiero, por los que realmente considero, porque puedo amar a mi madre y tratarla como una basura por no considerarla. Siempre focalizo (voy a evitar recordar si está bien escrito o no, por eso lo aclaro, para seguir el texto) todas mis buenas intensiones en estos pocos que considero, todos mis sentimientos "puros". Y he aquí claramente que todo lo malo recae en mi persona, nadie tiene sentimientos de un solo tipo de clasificación. Entonces me encuentro con una mentira viviente, en la que pretendo tenerme algo de aprecio y estar de acuerdo con lo que siento, pienso y hago, cuando verdaderamente nunca me encontré.
Esta busqueda completamente inconclusa me llevó como algunos sabrán a caminos tristes e hirientes. Como también me llevó a muchos de ustedes como "salida del tunel". Ustedes, lugar dónde di todo de mi, aunque a veces ni se notara. Ustedes, lugar en que por siempre intentar quedar bien, me alejo. Y me llevó a reencontrarme conmigo misma, con la versión no aceptada y a mi parecer errada de lo que soy.
Pero no son ustedes, mi presente, ese que quiza me acompaña hace ya más años o menos, quienes me generan este daño interno, quiero como siempre dejar esto en claro, ´porque sin ustedes seguramente mi locura hubiese ido más allá y no sé por qué esto me hace pensar que hubiese sido peor, ah si, la soledad, mi gran temor.
Es el saber, el sentir una y otra vez esa maldita inseguridad segura de no poder gustar, de lograr todo lo no deseado que pasa en mi mente.
Quisiera que este texto lo leyeron muchas personas, no sé si muchas, pero algunas en especial, no esperaría que su respuesta solo fuesen preguntas o abrazos, solo quisieran que se interesaran en leerlo y pensar en silencio. A su vez, quisiera que no lo viese nadie.
Llevo años intentando lidiar con esto. Me odio y cada acto quisiera transformarlo en una acción mejor realizada (por ejemplo ahora este texto al que no puedo dejar de probar perfeccionar). Esto se puede entender a simple vista: soy una desequilibrada, sensible del orto. Ustedes me dan la razón cuando decimos lo mucho que me desvivo por los que más quiero, por los que realmente considero, porque puedo amar a mi madre y tratarla como una basura por no considerarla. Siempre focalizo (voy a evitar recordar si está bien escrito o no, por eso lo aclaro, para seguir el texto) todas mis buenas intensiones en estos pocos que considero, todos mis sentimientos "puros". Y he aquí claramente que todo lo malo recae en mi persona, nadie tiene sentimientos de un solo tipo de clasificación. Entonces me encuentro con una mentira viviente, en la que pretendo tenerme algo de aprecio y estar de acuerdo con lo que siento, pienso y hago, cuando verdaderamente nunca me encontré.
Esta busqueda completamente inconclusa me llevó como algunos sabrán a caminos tristes e hirientes. Como también me llevó a muchos de ustedes como "salida del tunel". Ustedes, lugar dónde di todo de mi, aunque a veces ni se notara. Ustedes, lugar en que por siempre intentar quedar bien, me alejo. Y me llevó a reencontrarme conmigo misma, con la versión no aceptada y a mi parecer errada de lo que soy.
Pero no son ustedes, mi presente, ese que quiza me acompaña hace ya más años o menos, quienes me generan este daño interno, quiero como siempre dejar esto en claro, ´porque sin ustedes seguramente mi locura hubiese ido más allá y no sé por qué esto me hace pensar que hubiese sido peor, ah si, la soledad, mi gran temor.
Es el saber, el sentir una y otra vez esa maldita inseguridad segura de no poder gustar, de lograr todo lo no deseado que pasa en mi mente.
jueves, 16 de abril de 2009
mierda
Buscó y buscó, pero no encontró las palabras adecuadas para describir su interior. Era blando, pero pareciera que con el paso del tiempo fuese aún más frágil. Se fue deformando, no es más lo que conocemos por el término “corazón”, ahora tiene forma de ameba. Sí, totalmente indefinido es su interior. Pisoteado una y mil veces por su propio cerebro que jamás deja de funcionar.
Se enfrentó a un espejo y quiso romperlo, pero su puño se frenó a los pocos centímetros, mientras se repetía a sí misma: “sabés que no vas a lograr nada así, no podes ir por la vida rompiendo el reflejo de tus esquemas. Sos esto, acéptalo de una vez por todas. Tu curvas son estas, tu gracia no está en tu cara ni en tu piel, quizá aún no hayas descubierto tu gracia”
Entonces lloro mirando hacia un punto fijo, sin ver absolutamente nada. El cansancio le ganó otra vez y durmió. Durmió profundamente, y soñó que su vida no era su vida, más bien que su vida era la de otro, pero más suya que nunca. Despertó sabiendo que nunca podría vivir algo que no fuese suyo, y pensó automáticamente en él, como hace habitualmente en cada pestañar y así asimiló una vez más que por el bien de ella, osea el bien de él individualmente y para con ella, debía dejarse ser y elegirse de una vez por todas. Nada cambiaría, por lo menos no en ella, ¿si no por qué estaba seleccionando una vez más el bien del otro? Elegirse no necesariamente sería transformarse, si no simplemente aceptarse.
Se enfrentó a un espejo y quiso romperlo, pero su puño se frenó a los pocos centímetros, mientras se repetía a sí misma: “sabés que no vas a lograr nada así, no podes ir por la vida rompiendo el reflejo de tus esquemas. Sos esto, acéptalo de una vez por todas. Tu curvas son estas, tu gracia no está en tu cara ni en tu piel, quizá aún no hayas descubierto tu gracia”
Entonces lloro mirando hacia un punto fijo, sin ver absolutamente nada. El cansancio le ganó otra vez y durmió. Durmió profundamente, y soñó que su vida no era su vida, más bien que su vida era la de otro, pero más suya que nunca. Despertó sabiendo que nunca podría vivir algo que no fuese suyo, y pensó automáticamente en él, como hace habitualmente en cada pestañar y así asimiló una vez más que por el bien de ella, osea el bien de él individualmente y para con ella, debía dejarse ser y elegirse de una vez por todas. Nada cambiaría, por lo menos no en ella, ¿si no por qué estaba seleccionando una vez más el bien del otro? Elegirse no necesariamente sería transformarse, si no simplemente aceptarse.
lunes, 9 de febrero de 2009
No me gusta tu forma de ser y estás logrando alejarme cada vez más de vos. Espero que sepas entender que nunca voy a ser como vos, ni como quisieras que sea. No voy a cambiar para vos, olvidate. Soy ASÍ,y llevo toda esta mierda en contra de tus formas. Tómame o déjame. Asi como vos, yo soy dueña de mi junto con todos mis pensamientos. Dos cuadradas no entran en una misma casa.
miércoles, 15 de octubre de 2008
lunes, 13 de octubre de 2008
Olvídense de elegir el postre
Nota: este se va derechito al concurso literario de este año y fue escrito justamente en el día de la fecha, a dos día de terminarse el tiempo de entrega.
No iba a ser ni la primera ni la última vez que saliendo en horario fuese a llegar tarde. Ya llevaba 15 minutos esperando el colectivo. Rondaban las 21 hs cuando por fin, levanté mi mano derecha e invité a subir a aquellos dos extraños conmigo.
Lo único que le pedí al conductor fue que siguiera derecho, y arrancó.
Yo les expliqué que no le encontraba sentido alguno a que siguieran esperando parados sobra aquella avenida, y pensé para mis adentros – ¿cómo ninguno se había fijado en el otro? -
Ella con su pelo virgen, extremadamente largo y él con su atuendo tan elegantemente casual. Ambos sufrían de miopía pero no creo que fuese eso, lo que no les permitía notar lo bello que se verían juntos.
Durante las primeras cuadras, se sentía dentro del vehículo un aire cargado de preocupaciones. Luego se relajaron y aceptaron que era, probablemente, su última oportunidad para disfrutar juntos.
Para ser sincera su historia me conmovió, y preferí subirlos al taxi conmigo, dejando de lado mi tiempo y punto de llegada. Quise realizar mi buena acción del día. En mi familia siempre se acostumbra contar las buenas acciones de la semana durante las cenas de los viernes; quien cuenta la mejor, entre otros tantos puntos a favor, elige el postre; y estaba segura que ésta superaría a todas las demás.
Era realmente melosa, diez años de convivir para evitar gastos mayores y discutir de celos por las visitas - sin admitirlo - , para ahora por motivos profesionales salir disparados cada uno para un continente distinto. Tan alejados… Realmente una buena acción empalagosa.
Los oí hablar de sus proyectos a futuro y prometieron enviarse cartas repletas de novedades y postales para las fiestas. Casi sin darse cuenta, se juraron amor eterno…
Bajamos y ya en el aeropuerto, me agradecieron la locura que había cometido por décimo quinta vez. Los ví abrazarse e ir alejándose sin las agallas suficientes para voltear a mirarse un último momento.
Comencé a caminar, en busca de otro taxi y pensé lo maravilloso que hubiese sido para mi buena acción del día, un beso final. Entonces corrí, la tomé por el brazo y la empujé contra él.
No sólo hubo un beso final, sino que fue el más tierno que presencia en carne y hueso. Ni tan desesperado, ni dudado. Lleno de cariño. Era más que esperado, solo necesitaban de ese empujón. De tal modo, que me hubiese encantado poder fotografiarlo y llevarlo como prueba de que no exageraba,- a la cena- a la que obviamente estaba llegando extremadamente tarde.
De todas maneras, encontré un teléfono público; y con la única moneda de 25 centavos que tenía, llamé a mi hermana. Le expliqué que estaba llegando tarde porque no encontraba ese helado carísimo que tanto me gusta, y que se fijara bien a quién le ponía la hoja de laurel en el plato de pastas, ya que creía que esta noche, yo debía gozar del privilegio de no lavar los platos.
No iba a ser ni la primera ni la última vez que saliendo en horario fuese a llegar tarde. Ya llevaba 15 minutos esperando el colectivo. Rondaban las 21 hs cuando por fin, levanté mi mano derecha e invité a subir a aquellos dos extraños conmigo.
Lo único que le pedí al conductor fue que siguiera derecho, y arrancó.
Yo les expliqué que no le encontraba sentido alguno a que siguieran esperando parados sobra aquella avenida, y pensé para mis adentros – ¿cómo ninguno se había fijado en el otro? -
Ella con su pelo virgen, extremadamente largo y él con su atuendo tan elegantemente casual. Ambos sufrían de miopía pero no creo que fuese eso, lo que no les permitía notar lo bello que se verían juntos.
Durante las primeras cuadras, se sentía dentro del vehículo un aire cargado de preocupaciones. Luego se relajaron y aceptaron que era, probablemente, su última oportunidad para disfrutar juntos.
Para ser sincera su historia me conmovió, y preferí subirlos al taxi conmigo, dejando de lado mi tiempo y punto de llegada. Quise realizar mi buena acción del día. En mi familia siempre se acostumbra contar las buenas acciones de la semana durante las cenas de los viernes; quien cuenta la mejor, entre otros tantos puntos a favor, elige el postre; y estaba segura que ésta superaría a todas las demás.
Era realmente melosa, diez años de convivir para evitar gastos mayores y discutir de celos por las visitas - sin admitirlo - , para ahora por motivos profesionales salir disparados cada uno para un continente distinto. Tan alejados… Realmente una buena acción empalagosa.
Los oí hablar de sus proyectos a futuro y prometieron enviarse cartas repletas de novedades y postales para las fiestas. Casi sin darse cuenta, se juraron amor eterno…
Bajamos y ya en el aeropuerto, me agradecieron la locura que había cometido por décimo quinta vez. Los ví abrazarse e ir alejándose sin las agallas suficientes para voltear a mirarse un último momento.
Comencé a caminar, en busca de otro taxi y pensé lo maravilloso que hubiese sido para mi buena acción del día, un beso final. Entonces corrí, la tomé por el brazo y la empujé contra él.
No sólo hubo un beso final, sino que fue el más tierno que presencia en carne y hueso. Ni tan desesperado, ni dudado. Lleno de cariño. Era más que esperado, solo necesitaban de ese empujón. De tal modo, que me hubiese encantado poder fotografiarlo y llevarlo como prueba de que no exageraba,- a la cena- a la que obviamente estaba llegando extremadamente tarde.
De todas maneras, encontré un teléfono público; y con la única moneda de 25 centavos que tenía, llamé a mi hermana. Le expliqué que estaba llegando tarde porque no encontraba ese helado carísimo que tanto me gusta, y que se fijara bien a quién le ponía la hoja de laurel en el plato de pastas, ya que creía que esta noche, yo debía gozar del privilegio de no lavar los platos.
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